jueves, 29 de enero de 2009

Año Nuevo chino, las 12 y todo sereno




Sé que en Baires el Año Nuevo Chino se celebra con una serie de eventos que tienen lugar ahí sobre la calle Arribeños, en el pequeño corazón del pequeño Barrio Chino porteño. Festejos a toda música, la danza del dragón en cada esquina, chucherías presentadas en puestos callejeros y por supuesto, mucho porteño sacando fotos cual turista en su propia ciudad, lo mismo que mucho sinófilo experimentando una erección cultural frente a tanto estímulo sensorial, en una orgía de tradiciones que lo embriagan.



Todo muy lindo, todo muy macanudo: el año del buey, los petardos, el quilombo callejero… ¿¡pero qué pasa que acá en Taiwán no pasa nada de eso!? Como si me encontrara en una dimensión paralela, en la vereda opuesta de la fiesta, de este lado de la frontera, donde también se festeja el Año nuevo lunar, hay un silencio extenso y grave, interrumpido sólo por el agudo llanto de algún scooter 50 CC sin rumbo, que el plena siesta corta el aire con su chillido, y que en plena noche, tal que aullido desgarrador, me despierta.



¡Qué es esta versión fantasmagórica del Año Nuevo Chino! Silenciada, apaciguada, cansina, relajada. Y es que el Barrio Chino porteño se erige como una versión Disneyworld del año nuevo lunar, porque -aunque en base a mi experiencia durante estos años aquí-, debo decir que este evento es de lo más familiar. No hay fiesta de fuegos artificiales, no hay celebraciones callejeras ni conciertos al aire libre, como tampoco bares y restaurantes repletos de gente esperando a que lleguen las 12 AM para brindar. Eso pasa con el tradicional y globalizado Año Nuevo solar, el que festejamos mundialmente el 31 de diciembre.



Pero este Año Nuevo, el llamado Chino, implica un momento de reunión con familiares y amigos… para mucha gente es además la única oportunidad que tienen al año de bajar el ritmo de trabajo y tomarse unos días de relax. Pero sin embargo, durante las semanas previas a las vacaciones del año nuevo, la población trabaja horas extra los sábados para así recuperar las horas que van a descansar durante las jornadas de fiesta. Todo un gesto.




Reuniones familiares, mucha, pero mucha comida, visita a la casa de los abuelos el segundo día de festejos, más comida, mucho té, mucha fruta, charlas, juegos de cartas, más té, televisión, salidas al templo para orar, largas sesiones de karaoke en el living familiar. Esta es la rutina que se sigue aquí en estos días. Y es tan importante que efectivamente saca a todos los taiwaneses de sus puestos de trabajo y los pone en trenes, colectivos, aviones y los devuelve a sus zonas natales, donde la rutina que acabo de describir se desarrolla. El movimiento de gente dejando Taipei rumbo a las áreas sureñas se cuenta por millones a diario, diáspora que deja a la ciudad más importante del país desierta.




Quizás allá en Baires la fiesta todavía continúe, quizás la comparsa china siga dándole a los tamborines, a los petardos rituales, a las danzas prohibidas y a los placeres exóticos de una fiesta callejera que los fines de semana llena la zona porteña de postales orientales que, por otra parte, son poco probables aquí en Oriente… ¡Puro Nation Branding! Aquí, el domingo 25 de enero la fiesta terminó como siempre, más temprano. Porque se festeja la víspera y no la llegada del año nuevo, se celebra el momento previo y no la consumación, que en cambio encuentra a algunas personas orando en los templos locales, a otras en plena jugada de póker, y a otros también ya descansando.



Ah… que la pólvora es un invento chino es cierto, pero cierto es también que en Taipei la pirotécnia es ilegal, así que en todo el distrito urbano la noche fue muy silenciosa: apenas si se escucharon pocos estruendos, a manos de algunos taiwaneses tratando de darle tintes más folclóricos a la fiesta, lo mismo que el silbido agudo del fantasmagórico scooter 50 CC recorriendo la ciudad en busca de su conductor perdido, dejado en una esquina que desapareció en una etapa anterior de la luna, y nunca más encontrado. Le deseo suerte en su búsqueda, y que en este nuevo año lo encuentre.

viernes, 16 de enero de 2009

Meet Jero: black samurai

Hablando de globalización, fenómenos interculturales y otras mixturas del mismo calibre, les comentó a continuación una breve pero interesante historia sobre un joven muchacho que se está haciendo la América en Japón, al que llamaremos Jero.


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Cuando estuve de visita en Okinawa, mis amigos allí me presentaron a dicho personaje, un nuevo ídolo de la música popular japonesa, que como bien pueden apreciar, no luce de ninguna manera como el tipo de japonés liderando el chart de uno de los estilos más populares y antiguos de la música contemporánea en ese país, llamada Enka (演歌). Y esto es porque Jero es de raza negra, de origen afroamericano, y porque como verán, se viste a la usanza hip-hop, estableciendo estéticamente una identidad cultural opuestamente distinta a la nipona.

Según me contaron, la abuela de Jero, japonesa ella, en sus años mozos se habría casado con un militar americano. Así que en su sangre Jero lleva data japonesa. Y al parecer, siendo Jero todavía un querubín, fue su abuela quien le enseño a amar los encantos de este estilo musical, que ya desde los 6 años comenzó a cantar canciones Enka; luego durante la escuela secundaria, Jero inició sus estudios formales en Nihongo, el idioma japonés. Sin embargo, al momento de elegir una carrera universitaria, el pibe le habría dicho a su abuela “Grandma, todo bien con la música pero lo mío es la informática”, por lo que el joven eligió después convertirse en ingeniero en computación, carrera que cursó en la Universidad de Pittsburgh, Pensilvania.


Como cuentan las escrituras, en 2003 Jero se mudó a Japón, tal vez escapándole al letargo de su vida post-egreso universitario, aunque no hay prueba alguna sobre esto. Sin embargo, lo que sí se sabe que llegó a Japón para trabajar como profesor de Inglés. Pero al poco tiempo de haber llegado, tal vez siguiendo un designio profundo y secreto de la música que su abuela le había hecho escuchar hasta el cansancio, el purrete se metió en un concurso televisado de Karaoke, llamado Nodo Jiman, emitido por la cadena NHK. Este video cuenta la historia mucho mejor:



Su fluido manejo del nihongo, su predilección por la música Enka, su estética hip-hopera, lo mismo que su historia personal, y su talento vocal por supuesto, hicieron que la firma discográfica JVC Music lo reclutara. Luego de dos años de entrenamiento musical y vocal, (léase: el pibe cantaba bien pero le hacía falta un trabajo profundo de chasis, chapa y pintura que llevó su tiempo), en 2008 Jero lanzó su primer single, Umiyuki, que suena así:



Como producto, Jero está pensando para salvar la distancia entre dos generaciones de japoneses, puesto que la música Enka es un estilo antiguo, muy cercano a los sentimientos, a la vida política y a un pasado cultural que no es el actual en Japón. Son los adultos quienes más se sienten atraídos por este tipo de canción. Los jóvenes, mucho más internacionalizados, no son amigos del Enka. Sin embargo, Jero, con su estética rapera y su estirpe afroamericana, está pensando para desafiar los estándares de este género musical, deleitando al público adulto con su talento y renovada versión del amado Enka, y a los jóvenes acercándolos a este estilo a través de su actitud fresca y juvenil.



Además, la figura de Jero es muy importante desde lo racial, ya que, como sucede en muchas otras partes del mundo, aquí en Asia especialmente no hay muy buena onda con las personas de piel oscura o raza negra. Por supuesto esta no es una generalización, teniendo en cuenta los miles de millones que viven por estos lares. De cualquier manera, que Jero, siendo extranjero, morochón y rapero, se esté ganando los corazones de los japoneses, especialmente dentro de un género musical tan importante en la cultura moderna nipona, es todo un hecho a valorar.


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Estando en Okinawa, durante la víspera de año nuevo, los dos programas que más se ven en TV, esto es lo que puedo decir desde mi experiencia por supuesto, son el especial de fin de año de lucha K1 (que es un tipo de combate Vale Todo) o el especial de fin de año Kōhaku Uta Gassen, emitido por el canal NHK, un show de música y humor. En este último, y no peleando obviamente, tuve la oportunidad de ver a Jero cantando en vivo para todo Japón y para todos los japoneses en ultramar siguiendo el programa. Al parecer Jero le había prometido a su abuela que alguna vez iba a cantar en tan importante escenario. El muchacho llevaba puesta una camisa blanca y negra que en su costado izquierdo tenía impreso el rostro de su abuela… al terminar la canción, Jero se puso a llorar.



En la casa de Nozomi, mi amiga, todos estaban aplaudiendo acongojados frente a esta muestra de amor por su abuela. Mientras, imágenes de la madre de Jero, quien estaba en la platea siguiendo el debut de su hijo en el mainstream japonés, llegaban por un cuadro picture in picture en la pantalla de la TV. La mujer lloraba orgullosa, Jero lo mismo… después de este gesto de amor familiar… ¡¿Cómo no lo van a amar en Japón?!


* Picture originally published in Jero's personal blog:
http://blog.goo.ne.jp/jeroenka/e/2c44108529b7b21ff439c133b50681ee
** Picture originally published in Japan America Society of Greater Philadelphia.
http://jasgp.org/content/view/677/179/

lunes, 12 de enero de 2009

Subte, protocolo y ceremonial

Al salir de mi castillo, luego del paseo por los jardines imperiales, donde disfruto de los aromas acaramelados de los jazmines, las lavandas y las rosas, y de los amargos sabores de la grama húmeda de rocío, siempre elijo el subte para manejarme por la ciudad. Y debo decir que una de las mejores cosas que tiene la vida en Taipei, a nivel movilidad, es el subte. Los colectivos, de los que hablaré otro día, muestran los mismos vicios que los micros porteños y bonaerenses en cambio: llegan fuera de horario, dos o tres juntos, y tardan luego demasiado tiempo en volver a aparecer. Patrón colectiveril universal acaso, este de la impuntualidad?


Pero de los subtes no se queja nadie. Yo me quejo de los colectivos, habrá quien habla de lo paupérrima que es la TV y sus contenidos, de los precios, del arroz frito, de la ola de frío, de la cantidad de scooters, del ruido que estos producen y demás… pero el MRT, el subte, el chie yun (捷運), es palabra santa y fuente de orgullo metropolitano. No es para menos: distintos entes lo han calificado como el servicio más confiable del mundo durante cuatro años consecutivos, ya que el mismo hace lo necesario en estos casos: llega en horario, se va en horario, no se rompe y así todo muy rutinariamente.


Este es un subte de esos que conforma una sistema complejo para quienes no lo conocemos desde el vamos, más que nada cuando intentamos ampliar nuestro campo de maniobras y de repente tomarlo para ir a lugares lejanos. Desde las amplias plataformas nacen distintos pasillos y corredores, que a veces conforman verdaderos laberintos densamente poblados, teniendo en cuenta que por día lo toman más de 1.250.000 pasajeros.



Por ende, debido a un giro a destiempo, a un paso mal dado, a un desliz menor, al efecto mariposa o a una maniobra compleja del destino, podemos adentrarnos en pasadizos interminables, mágicos, que sólo pueden ser sorteados por la ayuda de un transeúnte que pase sin un Ipod clavado en las orejas, de otro transeúnte que camine lento, de un código secreto encriptado en una frase de lo más común como "¡Muchachos, ayúdenme a salir de acá que tengo frío loco!", o de coordenadas que desafíen los puntos cardenales y la física, impresas en un antiguo... mapa turístico desplegable a todo color. Yo tuve múltiples vivencias patéticas durante mis primeras semanas relacionadas a este tema, y no acabé en la caja del Lost&Found por poco (¡lo loco es que el MRT de Taipei tiene un sistema de Lost &Found que funciona y no por una cuestión protocolar nomás!), muchas veces por confiarme demasiado y hacer un recorrido de memoria, sin saber que por ese mismo lugar pasaba otro subte que te lleva, por supuesto, a otro lugar, obviamente, distinto al que quería ir. Pero bueno, prueba y error hacen al conocimiento empírico; y yo en esto del subte y su recorrido todo, soy ahora un científico.

Hay subtes que van por debajo, como todo bien subte, hay subtes que se transforman en trenes metropolitanos que corren en rieles sobre-nivel (como por ejemplo la línea roja aquí en Taipei, que une dos puntos opuestos de la ciudad: Tanshui y Xintian algo así como un vínculo Retiro-Constitución, Norte-Sur, pero en ambos casos con la presencia de mucha vegetación, montañas, y sin tanta oferta sexual, boliches tropicales, venta de zapatillas, préstamos sólo con DNI y etcéteras).

Y Hay otra línea de subtes por ejemplo, la marrón, que es toda sobre-nivel y que tiene la peculiaridad de ser manejada a control remoto, a través de un sistema digital de conducción. Este es por ende, un subte sin motorman a la vista. Tétrica vista, futurista realidad presente, pequeño gran detalle. Amantes de las teorías conspirativas y del control, por favor abstenerse de tomar esta línea.

Pero cualquiera sea la línea de subtes que nos tomemos, una vez adentro de la estación, al pasar por los molinetes y cruzar una determinada franja amarilla(el pasaje se abona con una tarjeta multiuso que se llama Easycard, con la que se pueden pagar todos los medios de transporte, peajes, estacionamientos y más seguramente) uno se inserta en un mundo estrictamente legislado.




Dicho mundo esta conformado por una serie de reglas que deben ser respetadas taxativamente; de no ser así, hay multas como para tirar al techo y muchos oficiales y cámaras registrando que los usuarios no violemos estas normas. Algunas de ellas son:
* No comer en el subte
* No tomar ningún tipo de bebidas en el subte
* No hablar en voz alta
* No masticar chicle
* Hablar por celular sólo si es necesario y utilizar SMS de ser posible
* Hablar por celular sin levantar la voz
* La multa más cara es por bajar a las vías, en tal caso hay que pagar el equivalente a $5000 pesos argentinos.



Estas son algunas de las reglas a seguir, que nos son recordadas por altoparlantes y a través de posters ubicados en distintos ángulos de las estaciones todas. Las multas son siempre bien interesantes, dolorosas, inquietantes, de esas que generan educación por la cantidad de dinero a abonar. Por eso es muy difícil ver a usuarios en infracción: las leyes fueron hechas para ser quebradas, sólo cuando las multas por violarlas son muy bajas. O cuando la burocracia complica el pago. Pero no es el caso del subte aquí en Taiwán.

Me mata la frase final del poster dedicado a explicar la etiqueta de uso del teléfono celular "Buenos ciudadanos crean una atmósfera feliz en el Metro de Taipei"... no contaminemos tan agradable escenario con maldades y seamos entonces y definitivamente, buenitos. Por otra parte, si me lo sugiere tan simpático señor telefonito -en tierras donde el manga y el animé son elementos fundamentales de la cultura popular-, ¿cómo no observar su pedido?

sábado, 10 de enero de 2009

Edificio 101: cuestión de tamaño

El 101 o Yi Ling Yi (一零一), fue hasta el 2007 el edificio más alto del mundo. Está ubicado en el centro financiero y comercial de la ciudad, el Taipei World Trade Center, que conforma una de las zonas más nuevas de este gigante urbano que es Taipei. 101 remite a su cantidad de pisos (aunque es total son 106, 5 de ellos subterraneos). La altura de esta montaña de vidrios y acero es de 502 metros, superando a las torres Petronas, diseño del argentino César Pelli, que ostentaban el récord de 452 metros de altura.



Pero en el mundo de los pibes altos, al 101 le acaban de ganar por una cabeza, ya que en Dubai, ese reino de lo imposible, construyeron el Burj Dubai, otro mega chichón en la corteza terrestre, que al ser terminado alcanzaría una altura final de 780 metros.



Comparado con el resto de los edificios de la zona, el 101 es de una enormidad que genera constrastes abismales, ya que el resto de los edificios establecidos en los alrededores son bajos, respondiendo también a cuestiones de seguridad debido a que Taiwán está posado sobre una falla téctonica. Es más, el geólogo Cheng Hong Lin, de la Universidad Normal Nacional de Taiwán, afirma que el 101 estaria haciendo temblar el área de Taiwan. Esto ya que dos sismos de 3.8 y 3.2 grados en la escala de Richter tuvieron su epicentro justo bajo el edificio. Los alrededores del 101 conforman un Liliput arquitectónico, con el "Yi Ling Yi" en el rol de Gulliver.




Yo muy pocas veces paso cerca del 101. No vivo lejos: desde Muzha los colectivos 1 verde y 7 te llevan hasta los pies del edificio en 25 minutos. En la base funciona el mall Taipei 101, donde abundan las marcas más top, en las que venden pantalones que son más caros que toda mi educación (desde el jardín de infantes inclusive, la colonia de vacaciones, las clasese de judo y lo demás hasta la actualidad). En los alrededores del 101 se encuentran también varios mall, como Sogo, New York y Mitsukoshi, entes financieros, los tribunales, hoteles y demás. Las plazas de la zona son muy hermosas y abundan en cuidados intensivos, ya que el contexto cercano amerita el trabajo sobre los detalles.



Subir a la parte más alta del 101 cuesta algo así como $45 argentinos. Es un evento turístico por excelencia. Además en el 101 funcionan varios centros de exposiciones y contiene oficinas para 12 mil personas. ¡Es un pequeño país vertical! Pero según me comentan, la corporación 101 tiene algunos problemas financieros ya que no siempre le resulta fácil encontrar clientes interesados en alquilar las oficinas, por los precios de la renta a pagar. Durante los fines de año, el 101 es también escenario de un espectáculo de fuegos artificiales que genera movilizaciones de cientos de miles de personas que se acercan hasta la zona para disfrutar del evento, que en general es acompañado por conciertos y otros.



El 101 está ahí... para bien y para mal. Es como el obelisco de Buenos Aires, un símbolo fálico característico, la masculinidad del pueblo anónimo establecida en un ente de concreto y acero, una erección constante producto de la arquitectura y la ingeniería que marca el ritmo y la vida de la ciudad.

Si me preguntan a mi, debo decir que los baños del 101 son de lo mejor: que limpieza, que mármol, con grifería Toto y un detalle japonés en cada ángulo que me invita siempre a visitarlos cuando estoy en la zona, siquiera para lavarme las manos y verme reflejado en los espejos, que me devuelven tan claro reflejo de mi mismo.



Aquí un link a la página principal del 101
http://www.taipei-101.com.tw/

El 101, fuera de los límites del reino de Takeshi. Lo observo desde las torres de mis aposentos, en las noches, iluminado por el fuego de las miles de luces que lo visten, y con indiferencia, respeto su envestidura.