martes, 26 de mayo de 2009

White Trash



El título debe entenderse literalmente: estoy hablando de basura de color blanco. Saliendo de mi castillo el otro día me encontré con esta peculiar postal: dos montículos de impresoras y pantallas. Basura blanca, basura digital, pero no basura virtual. Esta es basura que existe, real y palpable, aunque no huele mal. Pero si contamina, todo contamina.



El mito dice que los asiáticos tiran sus computadoras cada 6 meses, tal que cacharro vergonzante, chirimbolo ruidoso y humeante, como aquel vanidoso que destierra todo su closet por considerarlo demodé. Pero de ser así, teniendo en cuenta los miles de millones que viven por estos pagos, sería ya insoportable la cantidad de computadoras abandonadas en la calle, como perros sin hogar, que nos dejarían sin lugar ni para ir a comprar un paquete de galletas o para concretar un encuentro secreto con una misteriosa mujer. Todo quedaría revelado, todo a la vista de todos, debido a la falta de espacio. Sería este un mundo blanco de sombras pálidas.



Pero la creatividad es el combustible limpio del reciclaje, y por ahí, quien sabe, a alguna señora se le daría por usar la impresora vieja como maceta, llena de tierra y con geranios brotando por donde antes sólo salía papel impreso. La muerta y negra pantalla de los visores podría usarse como tabla de cocina, para cortar desde carnes rojas hasta suaves verduras; aunque también podría ser empleada como espejo por aquellos con autoestima baja. También apilados y bien cimentados con mezcla, todo el hardware en desuso podría ser usado para levantar paredes, rellenar columnas, construir caminos, ciudades, imperios de ladrillos blancos.



Así tan inertes, frías, silenciosas, en reposo, las máquinas parecen pedazos desgarrados de un cuerpo robotizado. Como a un Frankenstein, sería solamente necesario echarles un poco de electricidad para que prendan de nuevo sus lucecitas y suenen ruidosas. Habrá otras que en cambio no puedan ya ser resucitadas, muertas y peor que todo, olvidadas, que es la muerte sin retorno. En todos los casos sería piola que la nueva tecnología se base en la vieja, que lo obsoleto recupere efectividad convirtiéndose en algo nuevo, en una forma de donación de órganos tecnológica y a manera de compromiso con lo que se descarta.



Productor, distribuidor y usuario de la cosa deberían ser responsables de la vida y la muerte de esta. Tirar algo no lo desaparece: es al contrario una acción con una reacción, con una consecuencia… la basura, blanca o negra, es un ente vivo, aunque sea abiótico. Así, estos bártulos podrían dejar de ser basura y reencarnarse en una nueva máquina, con la posibilidad de vivir la realidad budista del tiempo circular… ¿es el reciclaje un concepto budista acaso? ¿Es el cuerpo humano una forma de reciclaje de almas? ¿O solamente somos impresoras, teclados, pantallas, hardware del espíritu? Vuelvo a mi castillo.

domingo, 3 de mayo de 2009

Ser o no ser China, esa es la cuestión



"Una China", eso es lo que dice la frase. Una expresión de esas cortas y simples que sin embargo conglomeran una cantidad de temas de fondo que hacen a la vida política de Taiwán, y que dividen a la población en distintos grupos. La frase además gana en fuerza por el contexto en el que fue escrita: la universidad de Chengchi (política en chino), entidad fundada por el Kuomintang, el partido que debió abandonar China continental tras ser derrotado por las fuerzas del Partido Comunista; partida que definió la separación formal de China en dos: la República Popular de China (RPC), la gigantezca porción continental maoísta, y la República de China (ROC) o Taiwán, la China insular, devenida en democracia.



Así que la frase "Una China" es del todo polémica, más que nada en Taiwán, la China que no es avalada por la ONU u otras organizaciones mundiales, lo mismo que por la mayoría de los países, excluyendo algunos pocos y pequeños que sí consideran a Taiwán como una república autónoma. Para la mayoría, Taiwán es solamente una provincia china y ya. Sin embargo, la vida de Taiwán ha sido en muchos aspectos independiente a la de China continental: la isla tiene un sistema político y económico aparte, tiene un presidente propio lo mismo que una estructura institucional completa. "Una China", política propuesta por la facción continental, implica la unión de estas dos entidades, aunque teniendo en cuenta eso que "El pez chico se come al grande", la suerte de Taiwán en esta asociación está determinada por las leyes de la naturaleza. Y lo peor es que a veces los peces chicos se dejan comer: como si no pudieran salirse de su rol de presa, se sirven en ofrenda para que la tradición evolutiva continue.



Acerca de la frase, me llamó la atención que los trazos de los ideogramas son algo crudos, así que preguntándole a amigos taiwaneses por este aspecto del grafiti, me comentaron que pudo haber sido escrito tanto por un taiwanés con muy mala caligrafía, por un estudiante chino con muy mala caligrafía o por un extranjero con muy mala caligrafía también. Esto porque los trazos y las dimensiones de los caracteres, lo mismo que sus componentes, lucen incorrectos. En general, la cursiva de los chinos es bien desordenada y ágil, pero mantiene la lógica de la escritura local, ofreciendo caracteres más "amamarrachados" pero bien compactos y equilibrados, inequívocamente escritos por manos orientales. No es el caso de este grafiti.



Lo más interesante de todo esto es la confirmación del baño como foro de ideas. El blanco de las paredes, emulando el color de la vacía hoja de papel, parece despertar la inspiración y la acción participativa de aquellos que llegan al baño, zona de “expulsión” por antonomasia, que parece también promover la excreción de reflexiones. Aunque la gran pregunta a hacerse es sí las ideas expresadas en el baño están al nivel de las otras evacuaciones que tienen lugar allí. Esto, sin lugar a dudas, suma a la perspectiva de aquellos que piensan que la política es una disciplina de facetas escatológicas. De cualquier manera, el futuro es de la ecológía, y a falta de papel, podrían las paredes erigirse como nuevos vehículos de pensamiento: las del baño seguirían respondiendo al undeground, mientras que las otras podrían hacer las veces de asambleas populares de lo más o menos aceptado.Este parece ser el caso efectivamente.

martes, 24 de marzo de 2009

Vuelve, vuelve primavera



Estoy loco contento con la llegada de la primavera. Aquí en la cara septentrional de mi reino está teniendo lugar ese renacimiento que las cosas experimentan en esta época del año, después del Medioevo estético a las que se entregan en invierno.



Con lento paso recorro los jardines y los bosques, que rebrotan en tonalidades de arco iris, y que camino ahora durante días más largos y sueño durante noches más cortas. Como siempre, la naturaleza es bondadosa y tiene poca memoria, por eso nos regala imágenes, aromas y sensaciones no importa lo poco que la queramos o cuidemos. En esto la naturaleza tiene algo de santa, de iluminada: está más allá del bien y del más y ofrenda a la marchanta sus mejores bienes, haciendo el bien sin mirar a quien.



Uno de sus bienes más preciados en la esta zona de mis dominios son las flores Mu Mien (木棉,madera de algodón) cuyo espectáculo de belleza es majestuoso y por eso breve, ya que se da sólo por algunos días a finales de marzo.



Arboles comunes y corrientes, de esos N.N. que hay en cualquier barrio planetario, de pronto y como en una expresión de su belleza interna se transforman en un espectáculo de color que genera, por la dimensión del cambio experimentado y por el nivel de belleza alcanzada, sorpresa y admiración. El Mu Mien es el cisne de los árboles, en la tradición del patito feo.



La flor del Mu Mien se asemeja mucho a la del Loto, con sus pétalos hacia arriba, generando un cuenco vegetal que parece recolectar las bendiciones intangibles del cielo, que vierte en la tierra una vez caída en el suelo, en su última quijotada solidaria.



Como dije antes, la floración de estos árboles dura apenas unas semanas, como llamándonos la atención sobre un fenómeno que de durar más tal vez pasaría inadvertido, siendo que somos seres de rutina y el hábito nos malacostumbra, en un mundo en el que la belleza abunda no vemos lo bello cuando es constante y en cambio sí lo notamos cuando es intermitente… ¡Cosa e’ Mandinga!



Afuera la primavera se despereza y todo se despierta, renovando los rostros de las montañas y los ríos, que sacian su sed con la lluvia que en esta temporada es abundante en Taiwán. Pero los días de sol llegan y la luz revela los colores dormidos durante las jornadas nubladas, que se iban cargando en la oscuridad para mostrarse relucientes cuando Ra asoma, en una forma de vanidad que los seres de la naturaleza demuestran en esta época del año, bendecidos por una hermosura que no es ordinaria.





Todo muy lindo, todo muy bello… pero mientras afuera el mundo celebra la llegada de esta nueva etapa de vida, de amor y locura juvenil, quien les escribe atestigua todo desde el “study room” de su castillo, donde me entrego a la redacción de mi tesis en sesiones interminables y en días que no tienen noche.



La primavera me esquiva y apenas si me da un coletazo, que me impacta más como cortante latigazo que como suave caricia… será el verano, entonces, mi estación de renacimiento. Pero en aquel momento, los Mu Mien ya no estarán florecidos. Será hasta el año que viene, efímeras flores, que nos encontraremos de nuevo. Vuelve, vuelve, que te espero.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Huo Guo, el curioso puchero taiwanés!



No sé si conocen la sitcom Seinfeld, una serie de TV que cuenta la vida de 4 amigos en Nueva York; pero bueno, por si no saben de qué estoy hablando, se trata de un show humorístico que retrata el día a día de un grupo de personas viviendo en Manhattan. Uno de los personajes de la serie, llamado Kramer, tenía la idea de abrir una pizzería en el que cada cliente prepare su propia pizza: desde amasarla hasta hornearla, el cliente debía encargarse de todo el proceso de elaboración. La idea suena divertida, pero es tal vez poco práctica por algunas cuestiones: la falta de conocimiento sobre el preparado de la masa, la peligrosidad del horno y el resultado impredecible del experimento culinario. Además, uno supone que ir a comer a un restaurante implica también el hecho de ser atendido, de ser servido, y que como comensal uno se dedique a manducar y ya, sin pensamientos divergentes relacionados a la comida y su preparación.(Ideograma para fuego)



Bueno, no muy lejos de la idea de Kramer, los taiwaneses tienen un tipo de restaurante que se llama Huo Guo (Huo es fuego y Guo es olla, así que la traducción sería olla al fuego u olla caliente), en el que cada cliente se prepara su propio puchero. Así es: cada mesa está equipada por una serie de calentadores eléctricos ubicados debajo de la misma (hay un calentador por cada silla) sobre los que se posa una olla de acero inoxidable que queda al altura de la superficie de la mesa, como verán en las fotos.



Cada cliente puede regular la temperatura del calentador, y así de manera independiente administra el tiempo de cocción de su comida. Respecto a los ingredientes, se puede echar en la olla todo lo que uno quiera: carnes de variados colores, frutos de mar, vegetales y procesados especiales para este tipo de cocina, en base a mariscos y otros. En general hay dos tipos de restaurantes: uno es tenedor libre, en el que cada cliente se acerca hasta las heladeras y elige la carne que quiere comer, que por supuesto está cruda y presentada en fetas, lo mismo que los demás alimentos, también trozados o porcionados. El otro tipo de restaurante es por menú, y en ese caso una camarera te acerca los ingredientes a la mesa. En ambos casos, las bebidas y el postre suelen ser gratis. Así que cuando uno va a un Huo Guo sabe que se prepara para un festín de comida que suele durar varias horas, con resultados impredecibles.



En Japón el Huo Guo se conoce como Shabu Shabu, y funciona de la misma manera. Asumo que esta es una invención nipona, y digo esto sólo porque en general, muchas de las cosas que hay aquí en Taiwán tienen su origen en el Imperio del Sol Naciente, aunque por supuesto luego se localizan y se transforman en algo distinto y autóctono. Habrán otros que prefieran llamar “Fondue” a este tipo de cocina, pero yo por renagau nomás prefiero denominarlo puchero, esa mezcla simple y natural de alimentos frescos y nutritivos que en mi infancia solía odiar, pero que después con los años aprendí a disfrutar. Eso sí, acá en Taiwán nadie se pelea por comerse el caracú.



Así como en aquellos libros Elige tu propia aventura, en el Huo Guo uno elige su propio puchero, lo planea, lo gesta, lo ve nacer, crecer, madurar, y después con justicia se lo come. Huo Guo, ¿versión japonesa de la idea de Kramer, puchero taiwanés, o la forma más alta de cocina libertaria existente? Ustedes elijan.

sábado, 14 de febrero de 2009

¡Che, prende el farol, que se vino la noche se vino!



Les cuento que el lunes se llevó a cabo el tradicional festival de los faroles, una muy típica celebración cultural que tiene lugar en el último día del año nuevo chino.





Esta celebración cuenta de dos momentos: uno es la exhibición de faroles propiamente dicha, donde se pueden ver diseños muy interesantes de distintos estilos, con animales mitológicos y folclóricos. Como este es el año del buey, en esta ocasión se vieron muchos faroles con formas de vacas, toros, bueyes, y todo tipo de criaturas con cuernos, ubres y demás.





Pero, como Taiwán acaba de recibir dos osos pandas regalados por China, llamados Tuan Tuan (團團) y Yuan Yuan (圓圓) una gran cantidad de faroles hizo referencia a estos animales típicos del imaginario chino que muchas personas aquí consideran un tipo de caballo de Troya, teniendo en cuenta la larga tradición que tiene la llamada “Panda Diplomacy”, con resultados que entretienen por demás a los adeptos a las teorías conspirativas.




“Timeo Danaos et dona ferentes”: le temo a los griegos hasta cuando traen regalos”. No sé como se dice chinos en latín. Vale aclarar que Tuan Yuan (團圓) significa reencuentro, reunión.



Aquí en Taipei la celebración tiene lugar en el San Yat Sen Memorial Hall, que se erige no lejos del edificio 101, donde Sun Yat Sen, el padre del pensamiento republicano chino, es homenajeado. Durante la noche del miércoles, la zona se vio repleta de familias, quienes se hicieron presentes en el lugar para deleitarse con las luces de los faroles, los shows musicales y una presentación excepcional de proyecciones que se hicieron sobre el edificio del City Hall, con diseños por demás creativos.









El otro momento involucrado que este festival es el del encendido de faroles aerostáticos. En todo Taiwán se organizan distintas festividades de los faroles, siendo el de Pingshi uno de los más importantes. Allí en 2007 tuvo lugar un encendido masivo de faroles, ya que fue sede de un festival internacional dedicado a este tipo de lámparas tradicionales. Antes de encender y lanzar el farol hay que escribir en él augurios y deseos para el año que comienza.



Trabajo, el amor imposible, pectorales más fornidos, salud, la paz mundial, la finalización de las obras del camino negro, la reapertura de Interama, que los diarios dejen de titular "Se desploma Wall Street y caen las bolsas mundiales" para horas después publicar "Abren en alza las principales bolsas mundiales"... todo tipo de deseos son bienvenidos. Yo, de supersticioso nomás, no les voy a contar cuáles fueron los míos.

jueves, 29 de enero de 2009

Año Nuevo chino, las 12 y todo sereno




Sé que en Baires el Año Nuevo Chino se celebra con una serie de eventos que tienen lugar ahí sobre la calle Arribeños, en el pequeño corazón del pequeño Barrio Chino porteño. Festejos a toda música, la danza del dragón en cada esquina, chucherías presentadas en puestos callejeros y por supuesto, mucho porteño sacando fotos cual turista en su propia ciudad, lo mismo que mucho sinófilo experimentando una erección cultural frente a tanto estímulo sensorial, en una orgía de tradiciones que lo embriagan.



Todo muy lindo, todo muy macanudo: el año del buey, los petardos, el quilombo callejero… ¿¡pero qué pasa que acá en Taiwán no pasa nada de eso!? Como si me encontrara en una dimensión paralela, en la vereda opuesta de la fiesta, de este lado de la frontera, donde también se festeja el Año nuevo lunar, hay un silencio extenso y grave, interrumpido sólo por el agudo llanto de algún scooter 50 CC sin rumbo, que el plena siesta corta el aire con su chillido, y que en plena noche, tal que aullido desgarrador, me despierta.



¡Qué es esta versión fantasmagórica del Año Nuevo Chino! Silenciada, apaciguada, cansina, relajada. Y es que el Barrio Chino porteño se erige como una versión Disneyworld del año nuevo lunar, porque -aunque en base a mi experiencia durante estos años aquí-, debo decir que este evento es de lo más familiar. No hay fiesta de fuegos artificiales, no hay celebraciones callejeras ni conciertos al aire libre, como tampoco bares y restaurantes repletos de gente esperando a que lleguen las 12 AM para brindar. Eso pasa con el tradicional y globalizado Año Nuevo solar, el que festejamos mundialmente el 31 de diciembre.



Pero este Año Nuevo, el llamado Chino, implica un momento de reunión con familiares y amigos… para mucha gente es además la única oportunidad que tienen al año de bajar el ritmo de trabajo y tomarse unos días de relax. Pero sin embargo, durante las semanas previas a las vacaciones del año nuevo, la población trabaja horas extra los sábados para así recuperar las horas que van a descansar durante las jornadas de fiesta. Todo un gesto.




Reuniones familiares, mucha, pero mucha comida, visita a la casa de los abuelos el segundo día de festejos, más comida, mucho té, mucha fruta, charlas, juegos de cartas, más té, televisión, salidas al templo para orar, largas sesiones de karaoke en el living familiar. Esta es la rutina que se sigue aquí en estos días. Y es tan importante que efectivamente saca a todos los taiwaneses de sus puestos de trabajo y los pone en trenes, colectivos, aviones y los devuelve a sus zonas natales, donde la rutina que acabo de describir se desarrolla. El movimiento de gente dejando Taipei rumbo a las áreas sureñas se cuenta por millones a diario, diáspora que deja a la ciudad más importante del país desierta.




Quizás allá en Baires la fiesta todavía continúe, quizás la comparsa china siga dándole a los tamborines, a los petardos rituales, a las danzas prohibidas y a los placeres exóticos de una fiesta callejera que los fines de semana llena la zona porteña de postales orientales que, por otra parte, son poco probables aquí en Oriente… ¡Puro Nation Branding! Aquí, el domingo 25 de enero la fiesta terminó como siempre, más temprano. Porque se festeja la víspera y no la llegada del año nuevo, se celebra el momento previo y no la consumación, que en cambio encuentra a algunas personas orando en los templos locales, a otras en plena jugada de póker, y a otros también ya descansando.



Ah… que la pólvora es un invento chino es cierto, pero cierto es también que en Taipei la pirotécnia es ilegal, así que en todo el distrito urbano la noche fue muy silenciosa: apenas si se escucharon pocos estruendos, a manos de algunos taiwaneses tratando de darle tintes más folclóricos a la fiesta, lo mismo que el silbido agudo del fantasmagórico scooter 50 CC recorriendo la ciudad en busca de su conductor perdido, dejado en una esquina que desapareció en una etapa anterior de la luna, y nunca más encontrado. Le deseo suerte en su búsqueda, y que en este nuevo año lo encuentre.

viernes, 16 de enero de 2009

Meet Jero: black samurai

Hablando de globalización, fenómenos interculturales y otras mixturas del mismo calibre, les comentó a continuación una breve pero interesante historia sobre un joven muchacho que se está haciendo la América en Japón, al que llamaremos Jero.


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Cuando estuve de visita en Okinawa, mis amigos allí me presentaron a dicho personaje, un nuevo ídolo de la música popular japonesa, que como bien pueden apreciar, no luce de ninguna manera como el tipo de japonés liderando el chart de uno de los estilos más populares y antiguos de la música contemporánea en ese país, llamada Enka (演歌). Y esto es porque Jero es de raza negra, de origen afroamericano, y porque como verán, se viste a la usanza hip-hop, estableciendo estéticamente una identidad cultural opuestamente distinta a la nipona.

Según me contaron, la abuela de Jero, japonesa ella, en sus años mozos se habría casado con un militar americano. Así que en su sangre Jero lleva data japonesa. Y al parecer, siendo Jero todavía un querubín, fue su abuela quien le enseño a amar los encantos de este estilo musical, que ya desde los 6 años comenzó a cantar canciones Enka; luego durante la escuela secundaria, Jero inició sus estudios formales en Nihongo, el idioma japonés. Sin embargo, al momento de elegir una carrera universitaria, el pibe le habría dicho a su abuela “Grandma, todo bien con la música pero lo mío es la informática”, por lo que el joven eligió después convertirse en ingeniero en computación, carrera que cursó en la Universidad de Pittsburgh, Pensilvania.


Como cuentan las escrituras, en 2003 Jero se mudó a Japón, tal vez escapándole al letargo de su vida post-egreso universitario, aunque no hay prueba alguna sobre esto. Sin embargo, lo que sí se sabe que llegó a Japón para trabajar como profesor de Inglés. Pero al poco tiempo de haber llegado, tal vez siguiendo un designio profundo y secreto de la música que su abuela le había hecho escuchar hasta el cansancio, el purrete se metió en un concurso televisado de Karaoke, llamado Nodo Jiman, emitido por la cadena NHK. Este video cuenta la historia mucho mejor:



Su fluido manejo del nihongo, su predilección por la música Enka, su estética hip-hopera, lo mismo que su historia personal, y su talento vocal por supuesto, hicieron que la firma discográfica JVC Music lo reclutara. Luego de dos años de entrenamiento musical y vocal, (léase: el pibe cantaba bien pero le hacía falta un trabajo profundo de chasis, chapa y pintura que llevó su tiempo), en 2008 Jero lanzó su primer single, Umiyuki, que suena así:



Como producto, Jero está pensando para salvar la distancia entre dos generaciones de japoneses, puesto que la música Enka es un estilo antiguo, muy cercano a los sentimientos, a la vida política y a un pasado cultural que no es el actual en Japón. Son los adultos quienes más se sienten atraídos por este tipo de canción. Los jóvenes, mucho más internacionalizados, no son amigos del Enka. Sin embargo, Jero, con su estética rapera y su estirpe afroamericana, está pensando para desafiar los estándares de este género musical, deleitando al público adulto con su talento y renovada versión del amado Enka, y a los jóvenes acercándolos a este estilo a través de su actitud fresca y juvenil.



Además, la figura de Jero es muy importante desde lo racial, ya que, como sucede en muchas otras partes del mundo, aquí en Asia especialmente no hay muy buena onda con las personas de piel oscura o raza negra. Por supuesto esta no es una generalización, teniendo en cuenta los miles de millones que viven por estos lares. De cualquier manera, que Jero, siendo extranjero, morochón y rapero, se esté ganando los corazones de los japoneses, especialmente dentro de un género musical tan importante en la cultura moderna nipona, es todo un hecho a valorar.


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Estando en Okinawa, durante la víspera de año nuevo, los dos programas que más se ven en TV, esto es lo que puedo decir desde mi experiencia por supuesto, son el especial de fin de año de lucha K1 (que es un tipo de combate Vale Todo) o el especial de fin de año Kōhaku Uta Gassen, emitido por el canal NHK, un show de música y humor. En este último, y no peleando obviamente, tuve la oportunidad de ver a Jero cantando en vivo para todo Japón y para todos los japoneses en ultramar siguiendo el programa. Al parecer Jero le había prometido a su abuela que alguna vez iba a cantar en tan importante escenario. El muchacho llevaba puesta una camisa blanca y negra que en su costado izquierdo tenía impreso el rostro de su abuela… al terminar la canción, Jero se puso a llorar.



En la casa de Nozomi, mi amiga, todos estaban aplaudiendo acongojados frente a esta muestra de amor por su abuela. Mientras, imágenes de la madre de Jero, quien estaba en la platea siguiendo el debut de su hijo en el mainstream japonés, llegaban por un cuadro picture in picture en la pantalla de la TV. La mujer lloraba orgullosa, Jero lo mismo… después de este gesto de amor familiar… ¡¿Cómo no lo van a amar en Japón?!


* Picture originally published in Jero's personal blog:
http://blog.goo.ne.jp/jeroenka/e/2c44108529b7b21ff439c133b50681ee
** Picture originally published in Japan America Society of Greater Philadelphia.
http://jasgp.org/content/view/677/179/